La calidad de la crianza en Abrasador, de generación en generación
En el grupo Abrasador todas las piezas encajan como un reloj. Su organización interna como marca está basada en la vocación y la ilusión por el trabajo bien hecho trasmitidas por Julio Ramirez padre y su mujer. En nuestro recorrido por todos los departamentos, hemos querido fijarnos en el trabajo de Alfonso Ramirez, el menor de los cinco hermanos. A la temprana edad de 5 años ya tenía clara su vocación, amaba a los animales de manera muy especial y quería ser veterinario. Pero al llegar a la adolescencia aparcó su sueño y decidió trabajar en la cocina del restaurante familiar con sus hermanos, dando unas 80 comidas diarias y aprendiendo desde muy dentro el esfuerzo y sacrificio que supone unos fogones.
Esta experiencia le sirvió para retomar con muchas más ganas y tesón su vocación. Años después terminó con gran éxito la carrera de Veterinaria, siendo uno de los mejores de su promoción. Y pensó en comenzar un máster cuando le llegó una oferta laboral de la clínica Centro Veterinario Montes de Toledo, en la que continúa trabajando a día de hoy.
El equipo perfecto
Su trabajo como veterinario no le ha impedido formar su propia explotación ganadera, que al tiempo unió a la de su padre para aunar fuerzas. Ambos forman el equipo perfecto. Su padre sale a comprar – vender y aporta su sabiduría y experiencia cómo ganadero mientras que Alfonso aporta la parte contable, sanitaria, financiera. Eso sí, confiesa que los domingos y días libres es ganadero al 100%.
“Profesionalidad, organización, solventar con rapidez problemas diarios que te pueden llevar a una gran pérdida económica, y por supuesto estabilidad”, son algunos de los valores que Alfonso destaca de su incorporación a la explotación.
Calidad y certificación
Alfonso explica, que para conseguir Calidad en el producto final es muy importante la genética, la alimentación, el bienestar animal -instalaciones adecuadas según la climatología de cada estación del año, cuidado e higiene diaria, manejo adecuado en el transporte para disminuir en lo posible el estrés-, el status sanitario de la explotación y saber el momento adecuado del sacrificio de cada animal, algo que no te lo da ni el peso, ni la edad. Esta es una de las cosas que ha aprendido, después de muchos años, de un gran profesional, su padre.
En cuanto a la Certificación, Alfonso recalca su importancia ya que el documento asegura la trazabilidad y garantiza los puntos claves antes enumerados, cómo los más importantes para obtener una calidad determinada. “Está todo muy controlado”, asegura, “a través del código de la etiqueta de un jamón se puede saber qué día nació el lechón, quien fue su madre y su padre, dónde se crió y cebó…” y próximamente, avanza, “veremos una foto de la cara del cerdo”.
Por ejemplo en las terneras, cuenta Alfonso, “se certifica que la alimentación es exclusivamente de origen vegetal y en esta explotación sólo se sacrifican terneras de 1217 meses que van destinadas a productos Abrasador”. En este sentido, preguntado por la certificación de Cebo de Campo en el cerdo ibérico, explica que es “una modalidad del ibérico en la que la ley obliga a una densidad de 15 cerdos por hectárea, la edad mínima al sacrificio es de 12 meses y la estancia mínima antes del sacrificio en la explotación extensiva es de 60 días. Al estar el cerdo alimentándose del pienso y a la vez de los productos que le ofrece el propio campo y tener espacio para caminar, obtenemos un producto de altísima calidad, una carne con una grasa muy infiltrada, dándole una mayor intensidad en el sabor.
Si el animal no cumple con la Calidad que se exige para ser un producto de Abrasador se comercializa en el mercado externo asegurándonos así una homogeneidad en el producto que se sirve a los restaurantes asociados y al cliente final de Abrasador.
Pasión por su trabajo
Alfonso ha reconocido la dificultad de encontrar mano de obra cualificada que ame este trabajo y la suerte de contar con Ana en la explotación de cerdo ibérico, una gran profesional en la cría, que la apasiona su trabajo y que se ha unido a nuestro proyecto.
Si hay algo de lo que Alfonso disfruta y que ha visto hacer desde pequeño, acompañado de su padre, es de visitar cada día a las vacas madres, ver el estado en el que se encuentran, controlar y atender sus partos, el estadio de gestación y vigilar a los terneros en sus primeros días de vida.
Además, otra de las satisfacción, sin duda, es el trabajo en equipo que Abrasador ha realizado año tras año hasta conseguir productos de alta calidad, haciendo pruebas y cambios en la crianza hasta obtener el producto deseado que más tarde llega a los restaurantes de la cadena por toda España.