Almagro, mucho más que una ciudad del teatro

Almagro, localidad situada en el Campo de Calatrava, siempre se ha conocido por ser la ciudad del teatro de corral, ya que es el çunico que atesora el “Corral de Comedias”, manteniéndose intacto y activo desde principios del siglo XVII hasta la actualidad. De hecho, es uno de los emblemas de la ciudad. No obstante, Almagro, también ostenta numerosos edificios históricos que aumentan su belleza cultural como por ejemplo los palacios y casas solariegas. 

Los palacios que alberga Almagro son numerosos pero destacan tres sobre el resto: el palacio Maestral, el palacio de los Marqueses de Torremegías y el palacio de los Condes de Valdeparaíso.

Palacio Maestral

Facha del Palacio Mestral, en la actualidad Museo Nacional de Teatro

Mandado edificar por la Orden de Calatrava en el S. XIII sobre un pequeño castillo árabe en torno al que surge la ciudad. Los Maestres, al instalarse en Almagro unen ambos edificios para obtener un mayor espacio, dando lugar así al Almagro medieval.

Fue la Casa-Madre de una Orden tan poderoso, económica y políticamente hablando, como la de Calatrava. En este lugar se celebraron actos tan relevantes como la convocatoria por parte de Alfonso X de los Maestres de las 3 Órdenes Militares (Calatrava, Santiago y Montesa) para celebrar Ayuntamiento. Y aquí se celebraron los Capítulos Generales de Calatrava. 

Tras la incorporación de las órdenes Militares a la Corona, fue sede del Alcaide y Gobernadores del Campo de Calatrava. Lo más interesante que en la actualidad queda es el patio, de tipo mudéjar. Se compone la planta baja de arcos de herradura con una luz muy grande, sostenidos por columnas circulares y bastante bajas y capiteles decorados. 

La planta superior está formada por una galería con balaustrada. Se ha perdido una de las pandas, que ha sido restaurada recientemente. En estos momentos es la sede del Museo Nacional de Teatro y uno de los lugares donde se celebra el Festival Internacional de Teatro Clásico.

Palacio de los Marqueses de Torremegía

Palacio del Marués de Torremejía, uno de los más importantes de Almagro

Está situado en la plaza de Santo Domingo. Fue construido en el siglo XVI por la familia Oviedo y reformada en el XVII por Gaspar Mexia y Catalina de Oviedo. En la actualidad es la escuela hogar de las Madres Dominicas. 

Su interior lo compone un zaguán de entrada, que da paso a un patio descentrado, cuadrado y rodeado de galerías. El exterior está compuesto por una monumental fachada, cuya portada esta cobijada por un alero roto albergando el escudo de los Torremejía. En cuanto a la decoración de la fachada, está formada por una puerta adintelada, flanqueada por jambas cajeadas.

El dintel se decora con rosetas y florones y se remata con dos cabezas de león. El balcón es posterior, manierista. Los últimos Marqueses murieron sin descendencia, dejando el edificio a las monjas dominicas para que fundaran un pensionado de niñas. Aún sigue funcionando.

Palacio de los Condes de Valdeparaíso

Palacio del Conde de Valdeparaíso, uno de los más ilustres de la ciudad de Almagro por su historia

El título se crea en 1705 y concedido a Juan Francisco Ruiz de Gaona y Portocarrero, caballero de la Orden de Calatrava. El palacio es como los palacios madrileños del S. XVII, barroco, compuesto por un cuerpo central y dos torres a los lados. En su exterior destaca la portada, compuesta por dos cuerpos, el primero formado por la puerta, adintelada, flanqueada por los columnas muy gruesas y un florón, un poco deteriorado, en la parte superior.

El segundo cuerpo corresponde al balcón, también adintelado, a cuyos lados aparecen los escudos, sostenidos por ángeles, a ambos lados dos jarrones.

El interior se abre mediante un zaguán que da acceso al patio de dos plantas, porticado en la inferior. De él parte una escalera que accede a la planta superior. Desde este patio, y mediante un arco de medio punto, se llega a otro secundario, donde estarían ubicadas las zonas menos nobles del palacio y las viviendas de los criados.

Casas Solariegas

Las casas solariegas también reciben gran importancia en Almagro, ya que son numerosas casas en las que el jefe o primer hombre notable que ha dado otro nombre, estados o títulos de honor a una familia o personaje importante en política, armas o fundador.  En Almagro hay varias casas solariegas, no obstante hay dos que resultan más importantes sobre el resto: la Casa del Mayorazgo de los Molina y la Casa de los Rosales.

La Casa del Mayorazgo de los Molina

Casa Solariega de Los Molina

Situada en el lado sur de la Plaza Mayor junto al corral de comedias, rompe el ritmo regular de soportales y galerías acristaladas, dos zonas diferenciadas. Su fachada está formada por dos columnas toscanas de piedra de mayor altura que el resto de la plaza, que sustentan canes de madera decorados con talla festoneada y un dintel dórico de madera a modo de entablamento decorado por triglifos y metopas, sobre el que se apoya el nivel superior de fachada con dos huecos que abren a un balcón corrido de forja. 

Su plano interior, tras el pórtico, se retranquea alineándose con el fondo de los soportales de la plaza y consiste en una portada barroca de piedra flanqueada por dobles pilastras almohadilladas que sustentan un frontón partido en el que se aloja el escudo del Arcipreste de la Orden de Calatrava, Diego de Molina, heredero del Mayorazgo de Molina. La carpintería es una doble puerta de madera decorada con clavos de forja.

Casa de los Rosales

Casa Solariega de Los Rosales en Almagro

Edificio renacentista del siglo XVII con una portada barroca de influencias herrerianas realizada en piedra caliza y en la que, tanto la puerta como el balcón que hay sobre ella se enmarcan entre pilastras cajeadas de estilo dórico.  Las pilastras de planta baja están rematadas con rosetas a la altura del dintel, decorado por el despiece de dovelas y con sendas bolas laterales sobre basas cúbicas.

Entre tanta visita a palacios y casas solariegas, en Almagro se encuentra el Abrasador Almagro Los Arenales, especialista en carne de crianza propia a la brasa, en el que se puede hacer una parada para comer o cenar y disfrutar de una experiencia gastronómica notable de la cocina manchega para proseguir con la visita a los edificios más importantes de la ciudad.

Fuentes: Arquitecturapopular.es

 

 

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